domingo, 1 de agosto de 2010

Escapada por España. Antequera. El centro de Andalucía. Octubre 2006.

La siguiente escapada que hicimos fue a Antequera. Fuimos con Antonio y Reme. Nos quedamos en un hotel en el centro de Antequera, Hotel Conde de Pinofiel, muy bueno, recomendable. El hotel es un antiguo palacete reformado y convertido en hotel, antiguamente era el palacio del Conde de Pinofiel. 

Antequera es una ciudad estratégica en el centro de Andalucía, que en la edad media tuvo una importancia vital política, cultural y religiosa, aquí se radicó la nobleza de aquella época, construyeron palacios, casas, iglesias y conventos. Aún hoy mantienen ese legado y son numerosos los conventos que permanecen abiertos y que son famosos por la fabricación de sus dulces. Antequera es una ciudad clave de comunicaciones que le hace tener varios polígonos industriales importantes. Con sus 40.000 habitantes conforman una ciudad moderna, con grandes infraestructuras e importante en la economía Malagueña.

Llegamos el sábado por la mañana y lo primero que hicimos fue ir a ver los dólmenes de Antequera. Existieron asentamientos humanos desde 2.500 a 2.000 años a.c., con lo que existen vestigios de arqueología prehistóricos. Conforman este complejo los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral, son los mejores dólmenes que se conservan en al península. Muy interesantes. Como ya habíamos consumido gran parte de la mañana tuvimos que decidir o ir a El Torcal, o bien pasear por las calles de Antequera y ver algunas de sus iglesias y palacetes. El Torcal es un parque natural que se encuentra en las afueras de la ciudad y que es característico por la formación de extrañas formas en las rocas calizas por la erosión, que hacen un paisaje singular. Tiene una extensión de 20.000 km2 y su creación data de la era secundaria del periodo jurásico. Decidimos que El Torcal lo viésemos en otra ocasión y decidimos ir al centro de la ciudad.

Antequera también es muy famosa por su gastronomía y por sus tascas. Es un lugar que se come de lujo, y no hay que perderse la porra antequerana, los molletes, la ensalada de cardos, el ajoblanco o el gazpachuelo y las carnes de cerdo. Otra de las excelencias de estas escapadas son las rutas gastronómicas, en toda España se come de maravilla. ¡Ah!, se me olvidaba, de postre el bienmesabe (muy parecido al palmero) y los angelotes con los mantecados en navidades hacen que hagas "una peregrinación" a los conventos para comprar sus dulces.

Hicimos la ruta oficial, o sea, la que la muchacha en la oficina de información al turista nos dijo, desde la plaza San Sebastián hacia la plaza del Portichuelo, de ahí a la plaza Santa María, la plaza del Carmen  y regresar al coso viejo hacia la plaza de San Sebastián de nuevo. Antequera conserva los aires señoriales de la nobleza de la edad media y sus palacios y casas de época son impresionantes. Visitamos el Palacio de Nájera, en donde se encuentra el museo municipal y dentro de sus instalaciones hay una exposición de arte sacro y de Cristobal Toral y una estatua que es símbolo de esta ciudad, el "Efebo de Antequera". Es una escultura tallada en bronce del siglo I d.c., época del Imperio Romano, pero que talla a un muchacho de estilo griego. También estuvimos visitando el interior de varias iglesias, entre las que destaca la Iglesia de Santiago. Decir que en casi todas las iglesias que he visitado en Andalucía existen obras de arte de la escuela cordobesa. Y aparte de su arquitectura, el legado cultural en pintura que tienen, es digno de ver.

En la mañana del Domingo, después de desayunar a base de molletes y aceite de oliva, mmmmmm, salimos a pasear y bajar los kilos ganados con el desayuno. Paseamos por las calles del casco antiguo de la ciudad y visitamos la Iglesia San Juan de Dios, otra iglesia que nos explicó el capellán que nos atendió, sirvió de refugio en la guerra civil española de muchas personas. No nos dijo de que bando, pero lo supongo. Paseamos hacia el balcón de la Peña de Los Enamorados, un precioso balcón con unas vistas maravillosas. Y estuvimos en la Colegiata Santa María, y nos paramos en el convento de Santa Catalina de Siena, en donde nos paramos para sucumbir ante el encanto de la compra de los dulces que hacen las monjas. Son deliciosos, hay que decirlo.

La Peña de los Enamorados es una montaña que su figura se puede observar la cara de un indio tumbado. Pero la montaña tiene su leyenda. Cuenta la leyenda que una pareja de enamorados, él cristiano y ella mora salieron huyendo de la ciudad perseguidos por los soldados del padre de ella que les acosaban para detener su huida, ya que su amor no era bendecido por ninguna de las dos familias. Y acorralados en la montaña subieron a la cima y se arrojaron para sellar su amor para la eternidad. Otra leyenda del tipo Romeo y Julieta, pero simpática.

Antequera es una bonita ciudad que te enamora sobre todo por sus paisajes naturales y urbanos, así como por su gastronomía. Tengo que volver porque me falta visitar El Torcal, y varios interiores de los palacios.

Fotos: Antonio y yo en la entrada a los Dólmenes e Interior del Palacio de Nájera.

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